El clima del océano Atlántico y sus tierras adyacentes está influido por las temperaturas de las aguas superficiales y las corrientes de agua, además de los vientos.
Los océanos son la fuente más importante de humedad ambiental (que se obtiene por evaporación). Las zonas climáticas varían con la latitud; las zonas más cálidas se extienden a través del Atlántico y al norte del ecuador. Las zonas más frías están en las latitudes altas, y corresponden a áreas cubiertas de hielo marino.
Las corrientes oceánicas contribuyen al control climático transportando aguas cálidas y frías a otras regiones. Las tierras adyacentes están afectadas por los vientos que son enfriados o calentados cuando soplan sobre estas corrientes.
La corriente del Golfo, por ejemplo, calienta la atmósfera de las Islas Británicas y el noroeste de Europa, y las corrientes de agua fría provocan la niebla persistente en la costa noreste de Canadá (los Grandes Bancos) y la zona noroeste de África.
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